Cofrades y niñas, jóvenes y adolescentes, con engalanados cestaños a la cadera, hacen el reparto del mismo por los hogares de la localidad y de los pueblos que históricamente eran dependientes de la demarcación de Santo Domingo de la Calzada. Se entrega un pequeño pan sin levadura, comúnmente conocido como ‘mollete’ que jalonará los hogares durante un año, ázimo recuerdo de la participada caridad de Santo Domingo de la Calzada.
El Pan del Santo, de anverso decorado con una estampación de la imagen del Santo y coloreada con una solución de yema de huevo que será durante un año presencia y recuerdo de la persona y obra de Santo Domingo: el Pan del Santo ocupa durante todo el año lugar preferente en los hogares calceatenses.
Este mismo día comienza la Novena del Santo y las denominadas Vueltas del Santo, en las que una persona toca el tamboril alrededor del pueblo, a la salida y caída del sol, rememorando la actividad que realizaba el Santo para avisar y reunir a los peregrinos que se habían perdido o extraviado.